Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

miércoles, 30 de octubre de 2013

¿Belleza, Fealdad?

Dos viejos comiendo (fragmento) 
Francisco de Goya y Lucientes
Museo Nacional del Prado

Esta mañana ha surgido un tema de conversación entre los amigos; ellas nos preguntaban a los chicos si nos gustaba cierta periodista y presentadora de televisión -que no es lo mismo, aunque a veces coincide-. Y más tarde en Caralibro, eso que algunos se empeñan en llamar Facebook, otra amiga enlazaba el cuadro de Goya cuyo fragmento pueden ver más arriba, para peguntarse si encontrábamos en la cara de la vieja alguna clase de belleza. Es un tema que me apasiona y en el que he sentido siempre que iba a contracorriente de la generalidad. Por eso me permito publicar lo que he expuesto en otras sedes.

Contestaba en Caralibro: ¡Guapa moza, si señor!. Una pincelada tan maravillosa me resulta siempre bellísima. Pero respondiendo precisamente a tu pregunta, ¿qué es fea, la obra o la imagen?; como preguntas por el cuadro, es decir por la obra, mi respuesta es que me encanta. Me impresiona, me lleva de la mano, siento un gran placer estético contemplándola.

Otra cosa es que la sensación que recibo al hacerlo sea tal o cual, me inquiete, me haga soñar, me horrorice, me .. Pero eso no es más que consecuencia de la intención buscada por el autor. Admitimos que algo es bello en relación al equilibrio de la forma, el volumen, las tonalidades, .. y la Belleza, que nadie ha conseguido nunca definir en la Historia del Arte, es más, muchísimo más. Esa simpleza solo es admisible en el actual diseño.


Me he agotado meditando sobre la Belleza. Creo que ciertas formas y volúmenes nos inducen por instinto a sentirnos favorables a ellos; como expone la Etología, sucede así con los recién nacidos en muchas especies, debido a la necesidad que tiene la supervivencia de la propia especie de que todos sus miembros sientan la necesidad de ampararlos.

Pero aparte de esos casos, ¿que imagen nos atrae o repele?. Mi respuesta ha sido siempre que nos atrae aquello que cuenta con equilibrio formal (color, volumen, sonido, movimiento, ..) y nos desagrada (aunque eso no presupone necesariamente repulsión) lo ajeno a nuestra comprensión de la normalidad, que suele ser coincidente con lo habitual. Así, por ejemplo, en ciertos experimentos de comportamiento en tiempo frío los americanos se sirven del ratón "desnudo" (carente absolutamente de capa), que resulta especialmente repulsivo.

Cuando se ha formulado la pregunta a la que me refería al comienzo y se ha comentado el asunto, he vuelto a sentir la disparidad de puntos de vista entre las mujeres y los hombres respecto a la belleza humana, en especial la de la mujer, pues es rarísimo que nosotros nos planteemos en público la cuestión de la belleza masculina. He contestado que vosotras sois capaces de calificar como bella a una mujer determinada, pero que yo puedo solo percibir si tiene atractivo, siendo incapaz de establecer si es bella o no.

¿Y qué es para mí el atractivo humano?. Algo que puede emanar del cuerpo, de la personalidad o de ambos. Yves Montand no era formalmente bello, pero ejerció un gran atractivo sobre mujeres consideradas muy bellas e inteligentes. Charles Laughton era obeso y de belfo caído, pero contemplé emocionado el atractivo que imprimía a sus personajes. Personalidad, estilo, inteligencia, ..

Sé que me atrae la suma de lo que me ha impactado a lo largo de los años. Según he vivido ha habido aspectos físicos, personalidades, comportamientos, .., que me han tocado el alma y lo mismo ha sucedido con paisajes, vivencias en la naturaleza, vidas y movimientos animales, meteoros, .., que me han seducido o amilanado. Y no olvidaré la gigantesca Belleza de la Moralidad.

Todo eso se ha ido depositando en algún lugar de mi mente y ha dado forma a mi particular concepto de belleza, que origina que alguien o algo me atraiga. Ni sé donde reside ni en que consiste, solo siento que palpita en mí. Así por ejemplo el máximo atractivo de una mujer reside en su parecido con María Jesús. Hoy he contestado que no podía sentir a la mujer que citaban las chicas; está alejada de mi interior. Y por contra Emma Thompson me subyuga.

Son solo cuatro palabras simplonas, pero no he podido evitar compartirlas con quien me lea, ya que apuntan mis sentimientos sobre algo tan consustancial con el Hombre como la Belleza.

lunes, 28 de octubre de 2013

Saudade...

El Juan Sebastián Elcano, dejando por la popa "La Ballena" de Oriñón, proa a la Bahía de Santoña 


Gavieros en las vergas del trinquete

jueves, 24 de octubre de 2013

La responsabilidad para quien, de verdad, la tiene

En esta vida es esencial situar la responsabilidad por cada hecho u omisión en quien la tiene. Si nos dejamos llevar por los sentimientos, el miedo -en el grado que sea y nacido de lo que nos ha agredido en la vida- entrará en acción y más que aclarar lo que sucede y acercarnos a lo equitativo (lo justo según las circunstancias concretas), nos alejará de la verdad y perderemos toda razón.

La Sociedad tuvo en algún momento -tan largo que aún dura- que resolver si vivía como una manada de fieras, en que el camino lo fijaba el más animal, o llegar a un pacto tácito de convivencia que permitiese, aunque fuese de manera imperfecta, que cada individuo viese respetada su existencia, y todo lo que esto conlleva en cuanto a obligaciones, matriz de donde nace todo derecho subjetivo, pues para que yo disfrute de lo que sea es conditio sine qua non que alguien esté obligado, o se obligue, a proporcionármelo.

Este Pacto nunca ha sido justo, ni moral, ni social. Aunque sí es cierto que para que sirva para algo debe procurar tender a serlo, pues si no nos sentimos tratados con suficiente Justicia, si no respetamos la esencia Moral de la existencia y si ignoramos que los grupos humanos mantienen ciertos hábitos y costumbres que suavizan nuestro trato diario, aquel acuerdo tácito no servirá para nada, se irá diluyendo y dejará de existir.

Ese Pacto lo hemos ido materializando en unas normas que obligan a todos, pues si obligasen a unos a respetar a todos mientras que otros pudiesen hacer de su capa un sayo, estos terminarían destrozando la convivencia. Y tiene que ser coactivo, es decir que el que la hace la paga, pues no somos santos y si no se nos obliga alguno lo incumplirá, de modo que o se castiga a quien lo infringe o será agua de borrajas. Y tiene que ser conocido, pues aquí ciencia infusa no tiene nadie y si no sabes cuales son tus obligaciones difícilmente podrás cumplirlas.

Conocer nuestras obligaciones para poder cumplirlas.... Eso exige que alguien diga con claridad a los demás cuales son, que la vida real es práctica por naturaleza y no etérea y difusamente teórica como pretenden algunos, en busca de ideales ucrónicos que suelen generar baños de sangre. Y ese alguien, hoy por hoy, es el Estado, nos guste o no, lo aceptemos o no; no hay otra institución (conjunto de personas, medios materiales y normas para alcanzar un fin) que tenga capacidad de hacerlo en el conjunto de la Sociedad.

Así que el Estado debe establecer obligaciones (con avaricia, que lo poco agrada y lo mucho cansa) y luego hacerlas públicas, de modo que desde ese momento nos obliguen. Por pura lógica, por sentido común, no puede cambiar las reglas a mitad de la partida; eso, ni en parchís. Podrá hacerlo con vista al futuro, pues si no sería incapaz de atender a la necesaria solución de las demandas sociales que se vayan presentando, pero lo que no puede hacer es alterar las consecuencias de lo que se hizo antes del cambio y que el propio Estado había establecido. Sería un mundo de locos; jugar a algo que desconocemos como se juega.

Así que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no ha establecido en su Resolución más que lo que aprendimos en el brocardo del Derecho Romano: Nulla poena sine lege. Que por si no se capta su sentido tras todo lo expuesto establece que solo es posible proceder contra alguien según las normas existentes en el momento de infringir alguna de ellas. Y lo que había hecho la Jurisdicción española es vulnerar un Principio de Derecho: el de la irretroactividad de la sanción; es posible aplicar una mejora, pero no empeorar la sanción penal establecida.

Y con independencia de lo que sintamos y de nuestras ideas, meditemos sobre esto: El mundo camina muy despacio hacia algo mejor y con todas sus imperfecciones, errores,.., la única herramienta que tenemos a nuestra disposición para convivir mejor es el Derecho.

Pero volvamos a la responsabilidad de lo sucedido. Criminales, puros y duros (que no se pueden marear perdices ni creer en pajaritos preñaos cuando tratamos actos tan salvajes), condenados en virtud de aquel pacto a penas de privación de libertad de muchísimos años van a ser puestos en libertad.

Dentro de aquel Pacto hay una parte que denominamos como Penal. ¿Se han preguntado cuales son sus fines?. Pensemos... ¿Qué acabaría sucediendo si alguien asesina a una madre, por ejemplo, y nada sucede, de modo que sus hijos solo pueden sufrir?; ¿y si eso o algo parecido vuelve a ocurrir, y vuelve a ocurrir, y..?. Pues o vivimos en la inopia o reconoceremos que antes o después las gentes se empezarán a tomar la justicia por su mano, aplicando la antiquísima norma del ojo por ojo y diente por diente. 

¿Cómo se puede evitar eso, que no deja de ser otro crimen?. Parece claro que aplicando tres medidas: Castigando al criminal con la suficiente intensidad como para que los afectados no se sientan con fuerzas para plantearse tomar la justicia por su mano y a la vez evitando que dicho castigo se convierta en simple venganza; la pena debe disuadir eficientemente, tanto al criminal como a todos nosotros, de tener en el futuro tal comportamiento, pero no debe destruir al individuo, lo que es perfectamente inútil. Difícil, muy difícil, pero no queda otro camino a recorrer.

Luego, el cumplimiento de la pena debe buscar reformar al criminal, de modo que se perciba que la Pena sirva para mejorarlo y acercarle al comportamiento de un buen ciudadano, que notemos que se logra mejorar a la persona y no solo la muele a palos; eso debilitaría nuestra sed de venganza, que es comprensible pero no buena. No me hago ilusiones; digo buscar, pretender, intentar.. La Pena consiste básicamente en privar de libertad, en separar de la sociedad al criminal, durante cierto tiempo, pero la Sociedad no puede bajo ningún concepto depositarlo entre cuatro paredes y nada más; aunque parezca una fiera, es un Hombre y eso nos exige procurar que donde entre un criminal salga libre un ciudadano. Soy escéptico. Pero así debe ser y recuerdo que este articulista se guía por el Derecho de Obligaciones, de Deberes.

Y eso nos lleva a la tercera y última medida. Lo que imponga la Sociedad exige verosimilitud. Tratamos de la Pena, pero en realidad cualquier cosa exige ser verosímil para existir. ¿De qué sirve todo lo anterior si es ficticio?. Los criminales afectados por la resolución del TEDH fueron condenados a la pena correspondiente a cada ilícito penal cometido, de modo que sumadas todas estas resultan en ciertos casos miles de años de reclusión; es imposible que las cumplan íntegramente, pues la vida no da para tanto.

Pero ni tanto ni tan calvo. Lo que no puede ser es que una condena de este tipo quede limitada primero a cierto número máximo de años, luego a grados penitenciarios, de manera que se está en la cárcel durante unos años, después se sale ciertos días y tras ello se está dentro ciertos días mientras el resto se pasa en la calle, para finalmente estar en la calle más o menos controlado. Únase a esto que si trabajas, o estudias, o haces como que.., cada día vale por los que sea, de manera que cumples mucho viviendo menos. No es verosímil. Da ocasión a sentir que el crimen sale barato. Y humilla a quien no puede defenderse, pues entregó a la Sociedad su defensa.

Pero no es el TEDH el culpable de esto. Esto sucede porque nuestra legislación está como está y nuestra Judicatura se ha quedado con el culo al aire en el intento de paliar el despropósito del Legislador. Este y solo este, siervo fiel en España del poder, es el único culpable. Cámbiense las normas y dejen de enmerdar.

(En mi primera semana tuve dos funerales de asesinados por criminales de ETA. En mi unidad tuve seis heridos por ametrallamiento y cuatro muertos por voladura, cometido todo por criminales de ETA. Entre mis compañeros, míos, dos muertos más, asesinados por criminales de ETA. Y en mi familia, un herido. Tengo derecho a opinar. ¿Alguien asume la obligación de atenderme?)