Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

viernes, 21 de enero de 2011

Un suspiro

Le gusta. El niño está contento. El P. Alemany es joven e inteligente; todo un señor. Y tiene esa especial sensibilidad que permite a una persona sentir el ánimo ajeno. Hoy es su cumpleaños y su clase de Literatura será especial; seguro que, como tiene por costumbre, permanecerá en pie ante todos nosotros, abrirá un libro y sin decir nada, leerá ...

Tiene catorce años. Y por mente, sus sueños. Según el padre Alemany comienza su lectura, el niño cabalga en el viento de su imaginación; sin duda, Florencia, la Vita Nuova. La palabra susurra un nombre: Beatriz... Y el niño deja de ser chico y se engrandece; entrega su corazón, sin saber ni como ni por que, y deja que le invada la ternura. Y a la par que nace de la inocencia, brota gracias al sentimiento la valentía; y sueña con guardar a Beatriz de todo mal, sin darse cuenta de que solo es un niño, pero un niño enamorado de los sueños.

El niño echó años a las espaldas, sombras a sus ojos, desastres a su alma. Sueña poco, aunque sus ojos miran lejos, casi siempre sin ver nada. Está en Florencia, harto de hatos tras la sombra de un paraguas, de devoradores de fama, de sensibilidades de piedra que no van más allá del tamaño del pene del David. Y camina sin destino, alejándose del Palazzo della Signoria; cuando se da cuenta su mirada ve la entrada a la chiesa di Santa Margherita dei Cerchi. Y en un instante los sueños vuelven a él.

Y los sueños le arrastran; entra en la iglesia. Está solo. Planta en tierra los pies con firmeza y encaja; es lo que sabe. Desfilan en silencio sus errores ante sus ojos abiertos, el balneario de San Martín, el beso en una calle vacía, la mirada del sol de la mañana, .. Pasa la vida por su alma cual reja de arado por la tierra.


Hoy es 21. Otro 21, hace ya años, perdió por su culpa a la mujer que enamoraba su existencia. El día 2 fue su santo, el 8 su cumpleaños y un 21 comenzó a aprender que lo que entregó en sueños no lo regaló en vida. Así que hace lo único que puede a estas alturas: abre el corazón, recoge una rosa y tras darle un beso, la ofrece en silencio.

"O tu che se' per questo inferno tratto",
mi disse, "riconoscimi, se sai:
tu fosti, prima ch'io disfatto, fatto"

martes, 11 de enero de 2011

Obsolescencia y consumo

Así vivimos, pues así somos. Salir es fácil. Solo se requiere personalidad. En lugar de adquirir productos tangibles que muchas veces no tienen mayor utilidad que calmar nuestra ansia de poseer, consumamos experiencia y conocimiento. Formarán parte de nuestros sueños y nos acompañarán eternamente. El coche lo usará cuando mueras....