Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

jueves, 5 de marzo de 2009

Simbología mironiana

Hace ya un tiempo que publiqué un artículo sobre un cuadro de Miró y recopilé entonces unas brevísimas notas sobre su simbología. Repasando mis artículos para redactar el que estoy escribiendo sobre María Dolores de Aldama y Alfonso, me he percatado de que las mantenía como borrador. Los textos no son míos sino de los autores que se citan, pero como su lectura combinada con el cuadro de Miró pudiera ser interesante para algún lector, me permito publicarlas, respetando la fecha en que las tomé y no adelantándola al momento en que lo hago, lo que las separaría del artículo principal. Pero no se engañen; la simbología mironiana es compleja y extensa. Esto no llega ni a aperitivo de cocina moderna minimalista y escuchimizada.

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Pasemos ahora a tratar brevemente el significado de los símbolos que utiliza Joan Miró. Dice Saturnino Pesquero: " ... creo haber encontrado la clave en los dos conjuntos de signos, un total de veinte, que aparecen en sus bosquejos de 1968, llamados Estudio de elementos escenográficos. Estos fueron confeccionados para la representación del espectáculo L’OEIL OISEAU, que debería tener lugar en la apertura de la inauguración de la exposición conmemorativa de los 75 años de la vida del artista, en la Fundación Maeght de Sant Pau de Vença; mas esta iniciativa teatral no se llevó a cabo, según revela J. Dupin: por oscuras razones presupuestarias y administrativas, oscuras como suelen siempre ser y con gran decepción de Miró, el proyecto fue abandonado -J. Dupin 1995:204-".


El Infinito







La Nada

El Enigma







Fuerza vital
Creadora del Espíritu,
une el Cielo y la Tierra


Números: Según el pensamiento de Jung, el poder mágico dado a los números se debía a que estos tienen en la interioridad humana una resonancia de naturaleza arquetípica inconsciente, que decodifica los números como principios ordenadores de la realidad que representan. O, trayendo de nuevo la citación de Jung: (de lo dicho) ... “se deduce incontestablemente que el inconsciente emplea el número como factor ordenador”.

Esta idea junguiana sobre el papel de número en nuestro inconsciente, a mi manera de ver, tendría su inspiración en el pensamiento presocrático, con su concepción armonizadora o estética del número. Esta mentalidad tendrá su expresión máxima en la doctrina de Pitágoras sobre este particular y que Aecio, resume así: “Según Pitágoras, los principios de las formas son los “números”, en cuanto determinan “simetrías”(conmensuraciones), que llamamos armonías”. (Aecio, J. Plazaola, 1973 : 8).

No se puede olvidar que, por esta razón, fue Pitágoras el primero que llamó al Universo “Cosmos”, o sea, mundo armónicamente (numéricamente) organizado y como tal bello, conforme sugiere su étimo griego, el verbo (cosmeo: poner en orden, embellecer).







El Misterio de la Vida y la Creación



La fuerza del Amor y la victoria de la Muerte






La Verdad y la Unidad


Signos Vitales: Simbolizan las fuentes de la Vida. El sol, la luna, los personajes masculino y femenino, que constituyen el contenido de este grupo sígnico, según Cirlot, representan, entre otros, “los seres esenciales” de profunda resonancia en nuestra interioridad, que constituyen la mitología fundamental de toda existencia.

"... Las lindes de esta interior “masía” fantasmagórica mironiana se amplían al paso que su alma se posesiona de su grandeza cósmica.... a partir de la década de los treinta, se acentúa el proceso de simplificación seguido por el artista, que suprime el horizonte lineal o cromáticamente destacado que separaba tierra y cielo, los cuales se fusionan en un único espacio, como si los dos ámbitos unificasen sus campos de acción. Ya no hay dos medios (tierra, cielo) con sus mitologías diferenciadoras; sólo cuenta un único universo que completa su actividad con la del hombre.” (I. Vallés i Rovira, 1990:151-2)".


El sol: El calor y color de la Vida




El poder fecundante


Testículos: Sagrado poder procreador









Poder de la fuerza rebelde e indestructible de la vida




Sexo femenino: Fuego devorador que multiplica la Vida



miércoles, 4 de marzo de 2009

El artista que quiso pintar como un niño

Las escaleras en arcos de fuego atravesando el azul

(Creo conveniente enlazar aquí los trabajos "El universo simbólico de Joan Miró: 1930 - 1980" de Isidre Vallés y el que dedica la web "El español sin fronteras" al artista, aunque en el primero fallen los enlaces a las pinturas que cita, pues su interés supera con mucho este problema, facilmente subsanable con cualquier buscador de imágenes.
Por otra parte, el estudio de la tesis del doctor don Saturnino Pesquero Ramón "Una lectura filosófica a partir de La Masía", del departamento de Filosofía de la Universidad de las Islas Baleares, me ha permitido conocer con claridad la simbología mironiana, en especial lo que denominó "Cortege d'obsessions -Desfile de obsesiones-", en el que aparecen los principales elementos de su lenguaje poético, como el sexo femenino, los testículos, la escala de la evasión, el sol y la luna.).

Érase una vez un niño que se hizo grande. Le divertía tanto embadurnar el espacio de colores que poco a poco solo quiso contar lo que quería mediante dibujos y luces del arco iris. Y mientras los demás se hacían más serios y aburridos cuanto más grandotes, él siguió pintando como un niño y lo que es mejor, descubrió que los niños son quienes mejor cuentan las cosas y describen los cuentos.

Así que continuó dibujando barquitos como todos nosotros; cuatro rayas, cuatro circunferencias pequeñas, un cilindro que echa humo y unas olas picudas. ¿Colores?; ¡claro!. Como tú y yo.. Sacaba la lengua y ¡hala!; el cielo, bien azul y pasteludo, de modo que el fondo de sus cuadros era liso, como en los dibujos animados, monocromático, y sobre él no paraba de dibujar aquellas figuras, casi un esquema de la realidad, que nacían en sus sueños y fantasías, y que tenían un significado clarísimo para la pureza mental de un niño, que le permite contemplar la forma de las cosas percibiéndolas según sus emociones y no según sus intereses.

Formas y figuras.. Con ellas creaba sus cuentos el niño grande. Juntaba unas cuantas, según venían a su mente, componiendo una imagen.. o un poema, que no sabría deciros cual de ellos era. Y como le gustaba jugar, tan pronto utilizaba letras, números o ... ¡hasta escaleras!. Al final del cuento, que absorbías de una vez al ver lo que había pintado, no sabías bien si habías leído palabras o vistos los "santos" -que era como entonces llamábamos a las imágenes del cuento-. Eso si; sentías que te habías dado un baño imaginario en un universo de sueños (aunque ahora que no me oye nadie, recordad que en los sueños de los niños la forma de las cosas, aunque se parece a la real, no es exactamente como las vemos los mayores, tan tristes).

Y como era travieso, se le ocurrió coger las cosas cercanas y pintar con ellas.. ¿O es que tú nunca respiraste sobre un cristal e hiciste dibujos luego?; ¿y tampoco churretones con el chocolate de la taza..?. ¡Qué aburrido eres!.
Así que humedecía en pintura una esponja y tof, tof, apegotaba colores sobre el lienzo; o dejaba libre al diablillo que llevaba dentro y sujetando el pincel con firmeza en una mano, echaba hacia atrás su punta con los dedos de la otra, soltándolo de golpe, de modo que una miríada de gotitas llovía sobre la tela. O sin más, derramaba pintura directamente sobre el cuadro..
En realidad, algo le aseguraba en lo más íntimo que, aunque eran sus manos las que hacían aquello, su sensibilidad danzaba en la sombra, eligiendo automáticamente el como, el donde y el con que.

Le divertía jugar con las líneas. ¿Tampoco has pintado líneas que suben y bajan, que se ondulan como una serpiente, que ..?. A él le gustaban las líneas; se dedicaba a trazarlas, una y otra vez, estudiando sus resultados, lo que sentía recorriendo su camino con la vista..; algo así como si estuviese acariciando un cuerpo de mujer. La curva sugiere, seduce, narra .... ¡Triste mundo aquel que renuncia a la suave vida voluptuosa de la curva turgente!.

Con todo, el niño creció y creció. Pero nunca olvidó lo que fue. Y siempre mantuvo que la verdad había que pintarla con la pureza propia del sentimiento de un niño, pues no se trata tanto de crear algo complicadísimo, para que los demás nos admiren, sino de contar nuestra verdad para que otros, al entenderla, la compartan.
Por eso, nos muestra objetos comunes, que cualquiera tenemos al alcance de la mano, aunque dándoles un significado propio, de manera que mediante ellos pueda contarnos lo que sentía. Y como no hay sentires sin pasión, aprovecha la fuerza del color, cambiándolo cuando se cruzan líneas y figuras, de modo que el conjunto adquiera dinamismo y podamos apreciar el latir de su vida.

En fin. Como no se si he sabido explicar, su arte está muy lejos de lo decorativo, pues no pretende adornar o hacer más hermoso algo. "Es instintivo y experimental, más que racional y exquisito, llevando como nadie el sentimiento humano y la visión de las formas al conjunto de los símbolos esenciales, de denso significado y duradera permanencia".

"... Los lindes de esta interior “masía” fantasmagórica mironiana se amplían al paso que su alma se posesiona de su grandeza cósmica.... a partir de la década de los treinta, se acentúa el proceso de simplificación seguido por el artista, que suprime el horizonte linear o cromáticamente destacado que separaba tierra y cielo, los cuales se fusionan en un único espacio, como si los dos ámbitos unificasen sus campos de acción. Ya no hay dos medios (tierra, cielo) con sus mitologías diferenciadoras; sólo cuenta un único universo que completa su actividad con la del hombre.” (I. Vallés i Rovira, 1990:151-2)".


No quiero cansaros. Contemplad el cuadro.. Pensad que la vida es como una escalera que todos tenemos que subir, esforzándonos en llegar lo más alto posible. Cuesta.. Pero hay que intentarlo, luchar, tener esperanza... Aunque esas tres rayitas, como los pocos pelos que quedan en una cabeza calva, nos hablen con claridad de nuestras limitaciones.
Y la luna.. Cuantos nos hemos dejado enamorar en una noche de luna... La fuerza generadora de la vida.. O el sol, pura fuerza creadora y vitalizadora, el calor nuestro de cada día...
El Amor nos permite ver más adentro, lo más íntimo; por eso, ya en la Edad Media, en el Arte Románico, el ojo divino significa la fuerza clarificadora de la Verdad, que penetra hasta lo más íntimo del Alma.
¿Y qué decir del azul del mar?. La mar, el agua marina, vivificadora, que nos enriquece y acoge cuando nos baña, fortaleciéndonos. Y los colores..; el negro, carente de luz, que impide ver el camino, mientras que el rojo es pálpito, vía abierta y promesa de vida.
Y, por fin, la estrella... Estrella de Belén, resumen simbólico de la obra del artista, que refulge en la obscuridad, símbolo de la Esperanza que anida en nuestro Espíritu.

Así que aquí os dejo. Volved la mirada al cuadro y pensad en la vida como lo haría un niño. Os sorprenderéis.. Vais a entender mucho más de lo que creéis. Buenas noches y seguid jugando a vivir.