Desde que el mundo gira, creo que todos los que han querido aprovecharse de los demás han comprendido que estos no les entregarían nada si no creían en algo. Tiene una lógica aplastante. Si yo le digo a alguien que le voy a chulear, es muy probable que me mande a paseo y, además, puede arrearme un cantazo. Así que para alcanzar mi objetivo le convenzo de algo que justifica el chuleo y lo hace posible. Le hago creer en ese algo.
¿Y qué es esto de creer?.
Tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado; tener fe, tanto en la existencia de ese algo como en el resultado material y extrínseco que produce dicha existencia, sin conocimiento suficiente de su substancia y actividad.
Algunos se han hecho intermediarios ante los hombres de cientos de divinidades, de manera que so pena de evitar hipotéticos castigos divinos a los segundos, los primeros han vivido como obispos. Así, el Vaticano acaba de ampliar el número de pecados capitales, aduciendo que se estaba perdiendo el sentido de culpa (¿cómo puede existir pecado, imputabilidad personal de la ofensa, sin conciencia de ofender?), lo que nos informa más de la incapacidad de la Iglesia Católica de fortalecer la Fe de los creyentes que del pecado en si.
Otros, deseosos de la riqueza ajena, ofrecen rentabilidades futuras, con la misma seguridad que los profetas bíblicos, confiados en la avaricia de su prójimo por un lado y en su ignorancia de la realidad económica por otro.
La mayoría de los hombres..
Mari Pili ¡te adoro! (hasta que te cepille por "tos laos").
Y los políticos..
Déjame gobernarte, que no se si vivirás mejor; pero te aseguro que yo, como dios.
Parece necesario, pertinente, oportuno y prudente analizar someramente el caso, pues creo y afirmo que la preparación intelectual de las personas y la comprensión de los procesos que viven es lo que las hace más libres. Aunque, en ocasiones, saber lo que ocurre entristezca..
Cualquier alumno que haya asimilado lo estudiado en el primer curso de Derecho de mi viejo plan de 1953, sabe que según ha ido creciendo la población y las sociedades han ido rigiéndose por regímenes inexactamente calificados como democráticos, ha sido imprescindible establecer la Institución de la Representación Política (en Derecho, Institución: conjunto de personas, medios y normas puestos coordinadamente a disposición del logro de un fin lícito).
La sociedad en su conjunto no puede desplazarse ni permanecer en el lugar donde se rigen sus asuntos, así que como alguien tiene que cumplir esta función, se escoge y se nombra a unos pocos que representen a todos. Y el resto mantiene viva la sociedad, ejerciendo sus actividades habituales.
El primer asunto a resolver es como ejercen la representación. ¿Trasladan lo que representan (idea, propuesta, norma, ..) sin capacidad alguna de alterarla -sujetos a mandato- o al relacionarse con los demás representantes pueden negociar entre ellos para alcanzar un acuerdo común -sin mandato imperativo-?. La ineficacia de la primera forma ha generalizado la utilización de la segunda.
A continuación, se plantea otra cuestión: ¿Cuantos representantes nombramos?; ¿tantos por cada postura distinta, tantos por cada conjunto humano distinto o tantos por cada territorio distinto?. Aparquemos esta cuestión por ahora...
Porque lo que quiero analizar en principio es lo que lleva a los electores a elegir a sus representantes y las responsabilidades de este acto. Como muchos deben elegir a unos pocos y estos deben representar los deseos y exigencias de muchos, creo que aquí radica el meollo de la Institución. Cuanto más eficiente sea el funcionamiento del sistema electivo, mayor confianza generará su resultado.
Existen varias posibilidades de voto, combinando afinidades y discrepancias, cuando no amores y odios, del elector. Pero hay algo que este debería tener clarísimo y tanto el sistema electoral como los gobernantes deberían promover: Cuanto más representados se sientan los ciudadanos por el resultado, más confianza sentirán. Y a la larga, solo mantenemos aquello en lo que confiamos.
Para conseguir que los representantes reflejen lo mejor posible a la sociedad, los electores deberían elegir según lo que desean y no en función de lo que no desean, pues esto último podrá darnos una imagen del camino que no se quiere recorrer pero nunca definirá lo que quiere hacer la sociedad. Y la que no se define, la que no se sabe (a si misma), pierde su perspectiva histórica y corre un gran riesgo de desaparecer.
Vale, ¿pero cómo conseguir que el elector disfrute manifestando su deseo y no se decante por elegir aquello que no le convence tanto, por pura utilidad y alejándose de lo que realmente desea?. Pues educando generaciones durante años. ¿Y cómo se educa?. Haciendo comprender a la persona las consecuencias de sus actos. Creando responsabilidad; de manera que cada uno de nosotros sintamos que nuestra decisión electoral no solo tiene un resultado sino que, también, genera obligaciones exigibles sobre dicho resultado.
¿Qué hacer?. Hay que explicar a las personas que si su voto es un acto
personalísimo (en Derecho, no delegable en nadie, bajo circunstancia u ocasión alguna) y secreto, esas características no pueden limitarse a su ejercicio sino que deben extenderse a su contenido. Es decir; para que el sistema sea eficiente, funcione y nos satisfaga a todos, es esencial que mi voto refleje fielmente lo que creo y no lo que creen otros.
Así, si la ley electoral o el sistema en su conjunto me parecen un despropósito, debo abstenerme. Recordemos... Institución de la Representación, que tiene por finalidad recoger lo que opinan los ciudadanos y trasladarlo en su nombre al foro correspondiente. Luego su legitimidad se deriva de que los ciudadanos puedan opinar en libertad, sea cual sea lo que manifiesten, y sus representantes lo sean de dichas opiniones (otra cosa es que antes y mediante la aplicación del mismo sistema, la Sociedad haya decidido excluir
la representación de ciertas opiniones que atacan a la propia Sociedad, es decir a su supervivencia, ya que lo contrario sería un puro dislate; algo así que como para defender la vida, promuevo la muerte).
Mi voto es mi opinión y la legitimidad democrática nace de la libre opinión de todos y cada uno de los ciudadanos. Así que nadie
venda motos estropeadas; propagar el infundio de que abstenerse no es de demócratas y agrede al sistema es, en si misma, la postura más antidemocrática que existe, pues parte de la concepción de que no todas las opiniones son válidas.
Todas las opiniones son siempre válidas, pues opinar es un acto humano íntimo, fruto de la conciencia. Limitarlo es asesinar la Libertad antes de nacer. Otra cosa es que lo sea su propaganda y/o su ejercicio, ya que esto puede afectar al derecho de otros a ser libres, lo que ocasiona un conflicto que se resuelve primando la supervivencia social, como ya dije.
Y la opinión primaria y básica es elegir entre el todo o nada, entre el si y el no, entre el quiero o no quiero, entre acepto participar o no lo hago. Así que abstenerse de votar es absolutamente legítimo y materializa el deseo de cambio radical del sistema (aunque es cierto que haya quien no vota por pura desidia, lo que también muestra el nulo atractivo de dicho sistema). Lo que ocurre es que hace daño a los representantes y a sus organizaciones, los partidos, pues mi postura resta fuerza a las suyas, ya que el resultado electoral traslada la opinión de menos personas.
Por eso, en Derecho Comparado, hay estados que exigen unos mínimos de participación para que la elección sea válida e, incluso, hay alguno que exige el certificado de voto para cobrar el jornal, sueldo o salario.. Abstenerse es rechazar tanto el sistema como a la totalidad de los elegibles.. ¿Y por qué esa acción es tan criticada?. Pues porque es la que más daño hace a la credibilidad de los poderes e intereses establecidos. Y recordemos que ellos
están vendiéndonos su moto...
Si no encuentro quien me represente, bien porque no se presenta o porque la ley electoral no me deja elegirle -o me obliga a elegir a quien no quiero (listas cerradas)- debo participar, pues acepto el sistema, pero solo el voto en blanco -sobre vacío- recoge mi opinión.
Y por supuesto mis votos no están encadenados; no es pecado votar a unos para una cámara y a otros para otra. Lo que se requiere es información sobre las competencias de una y otra, ya que parece sensato pensar que lo que quiero es que se produzca determinado resultado, favorable a mi manera de entender la sociedad, y no algo que se va extendiendo como el aceite..: con independencia de su función, todo igual.
Así, se nombran cargos sanitarios por ser de
mi color, aunque sea un
becerro inútil; responsables económicos que no saben sumar; o sometemos nuestras disputas, en busca de una solución equitativa, a quien está dominado por una escandalosa parcialidad.
Si no te convence lo que he dicho hasta ahora, prueba algo.. Date el lujazo de hacer lo que te de la real gana: vota a quien deseas, aunque sea el "Partido de los que Botan con el Culo" (existió), sin elucubraciones ni apuestas, que no dejan de ser una muestra de soberbia, derivadas de creer que tu voto vas a resolver las elecciones. Verás que bien sienta.
Pasemos ahora a aquello que dejamos pendiente. ¿Cuantos nos van a representar y según que sistema?. Recordemos que podemos representar una opción política, una etnia o grupo humano, o un territorio.
Las dos primeras acaban siendo la misma cosa, pues un grupo humano diferenciado no dejará de disponer de su propia opción, por lo que para un análisis tan elemental como este podemos considerar ambas como una sola. Aunque tengamos en la mente que pudiera ser conveniente reservar determinados representantes para un grupo étnico, religioso, .., determinado y minoritario, pues puede ser la única manera de que sean capaces de hacerse oír y evitar su desaparición. Y lo mismo sucede con un territorio, así que trataré solo de como representar las diversas opciones políticas en un territorio dado.
A bote pronto, parece lógico y sensato que para elegir quien representa a las diversas opciones apliquemos la regla de tres.., el Sistema Proporcional. "Si somos cien personas y nos representan cuatro, y en las elecciones los partidarios del arroz con leche han sacado la mitad de los votos.., pues disponen de dos asientos en la cámara".
El problema viene luego. Quedan por asignar otros dos asientos, pero nadie ha conseguido el 25% de los votos que necesita obtener quien quiera ocupar uno. ¿Qué hacemos?. Pues de entrada, algo imprescindible: reconocer, por mucho que nos joda, que no existe solución perfecta y que ocurra lo que ocurra, alguien se sentirá descontento.
A continuación, habrá que elegir un procedimiento. Para no cansaros, os aclararé que, a igualdad de norma, cuantos más asientos tenga el Parlamento, estos irán "llegando" a los grupos que progresivamente hayan obtenido menos votos.
Y también, que un sistema proporcional puro, sin correcciones, como el italiano en algún momento, produce tal fragmentación parlamentaria que resulta dificilísimo gobernar el estado.
Así que se aplican formulas matemáticas que reparten de manera imperfecta los escaños-asientos que sobran después de asignar los que llamé del "arroz con leche". Y de paso se aprovecha la formula para alguna que otra cosa más, que con matemáticas se hace hasta música. Por ejemplo, fortalecer a determinados partidos.. Veamos los resultados de las últimas elecciones..
Fuente: Diario "El Mundo" (Como no incluía los votos de UPyD, aunque si su escaño y el de Nafarroa Bai, he tenido que incluirlos como mejor he podido) Fijaros en que UPyD y el PNV tienen, en la práctica, los mismo votos, pero la diferencia en escaños es bestial. Injusto. Como que CC y BNG tengan el doble de escaños que UPyD con menos votos, concretamente un 85% menos CC y un 45% menos BNG. O la clamorosa injusticia que sufre IU, que con casi un 25% más de votos que CIU tiene un 82% de escaños menos. Puro despropósito. Nuestra ley electoral es radicalmente injusta y políticamente perversa.
Y responde a un sistema proporcional, que según los puristas -esos que siempre terminan ocasionando un baño de sangre después de dejar todo empantanado- es el sistema que hay que propugnar. Alguno me dirá que corregido por la ley D'Hont, pero es que como hemos visto todos tienen necesidad de correcciones.
Como consecuencia del poco mundo que he visto tengo cierta atracción por las soluciones británicas. Muchísimos problemas a lo largo de su historia, cierto. Pero tienen una rara tendencia a ser eficaces. Y eso
me pone.
Matemáticamente, una ley electoral que establezca la elección de un solo representante por mayoría simple -
el que más chifla, capador que dicen en La Rioja-, aunque sea por un voto, en circunscripciones pequeñas ofrece curiosamente unos resultados cercanos a los que resultarían de utilizar un sistema proporcional. O sea, los hijos de la Gran Bretaña.
Volved al cuadro de resultados. Tenían derecho a voto casi 34.000.000 de españoles. Imaginaros que dividimos España en
trocicos que contengan,
pito más pito menos, 100.000 posibles votantes, de manera que, al elegir cada
trocico un representante por mayoría simple, tendríamos unos 350 parlamentarios. Coger otros 50 parlamentarios, por aquello de redondear a 400, y asignárselos a los territorios menos poblados, para que no queden sin defensa.
El resultado final, elegidos, repito, por mayoría simple, sería próximo al proporcional.
Pero, pero, ..., demos un paso más. No utilicemos listas abiertas puras, pues los partidos políticos son útiles y cumplen una importantísima función de canalización de ideas, propuestas y actividades. Que sean ellos los que propongan una lista de nombres; por ejemplo, con el triple de los que pueden resultar elegidos en cada circunscripción, o sea tres; para que no se hernien con el esfuerzo ..
Y en cada una de aquellas circunscripciones de 100.000 personas, los votantes ponen una
crucecica junto al nombre de quien quieren que les represente y quien más votos saque.., ¡para él escaño!. ¡Ah!, y si año y medio más tarde le da un
parabien al elegido y hay que sustituirlo, ¡nada del siguiente!. Nueva elección en su barrio.
¡Ya se andarían con más cuidado partidos y parlamentarios!. Que si; el partido te propone pero, por muchos bigotes que tengas, si no les gustas a los votantes importa un carajo que seas el primero o el último de la lista. ¡Viva el lápiz y la goma de borrar!.
¡Y cuídate muy mucho de defender a las personas que representas y no tanto los intereses de partido!. Que si no, a la próxima, te van a dar
p'al pelo y te vas a dedicar al cultivo de gambusinos....
De verdad. O cambia la ley electoral o volveremos a ser regidos por dictadores, aunque cambiemos a sus súbditos cada cuatro años, más o menos.
Porque la
democracia no reside tanto en votar como en
ejercer el control sobre quienes nos representan y obligarles a cumplir sus responsabilidades. Si no, vana y simple palabra...